Empezó a andar por el pasillo que conducía hacia su casa. Después, pareció recordar algo y regresó para mirar a Montag con expresión intrigrada y curiosa.
-¿Es usted feliz? -preguntó-.
-¿Que si soy qué? -replicó él-.
Pero ella se había marchado, corriendo bajo el claro de luna. La puerta de la casa se cerró con suavidad.
-¡Feliz! ¡Menuda tontería!
Montag dejó de reír.
Fahrenheit 451
Ray Bradbury
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